jueves, 20 de junio de 2013

II. LOS MOSQUETEROS Y LOS GUARDIAS DE SU MAJESTAD



En otros tiempos el cardenal Richelieu hizo a su propósito, resumido por él mismo con estas palabras: “Arruinar al partido hugonote, que compartía el Estado con el Rey; humillar el orgullo de los grandes, y reducir todos los súbditos a sus deberes, elevando el nombre del Rey en las naciones extranjeras al puesto que debe ocupar”, su proyecto de vida, fructificó hasta que después de su muerte, Ana de Austria, madre de Luis XIV, designó como jefe del Consejo al cardenal Giulio Mazarino, protegido de Richelieu. Se trataba de un italiano de condición humilde al que sus enemigos llamaban el ruin de Sicilia, no por poco ostentaba ese título. Para muchos la elección de Mazarino fue una gran desilusión, debido a que todos los enemigos de Richelieu esperaban contar con una persona que les devolviera sus privilegios de “grandes señores”, situación que por supuesto no ocurrió, más aun terminó por quitarles los privilegios que les quedaban, por obtener el poder absoluto.  Por otro lado al igual que Richelieu, Mazarino continuó con la política de aplicar impuestos, lo que junto, a las malversaciones de los encargados de la hacienda pública, terminó por agotar la paciencia de los nobles.  Fue así como comenzó una nueva revuelta, llamada la Fronda, esta denominación se le dio por un juego que practicaban en ese tiempo los niños de París en los fosos de la ciudad, lanzándose piedras con una honda.

Si debemos hacer un síntesis de lo sucedido hacia 1653, comenzaríamos por afirmar que para aquella época La Fronda había desatado en Francia los males habituales de una guerra civil, es decir, ruina económica y muerte. Sin embargo, era la forma de asegurar el triunfo del Absolutismo, a pesar de que su objetivo principal era debilitar a la monarquía, porque tantos desórdenes habían terminado por aburrir al clero, a los hacendados y a los nobles, que se habían arruinado.  Existía un deseo generalizado de tranquilidad y seguridad, que Francia vio representado en la figura de Luis XIV.

En sus inicios La Fronda partió del Parlamento de París, con una declaración en la que se señalaba la negativa a aceptar el establecimiento de nuevos impuestos sin el consentimiento del Parlamento. Asimismo, establecía que no podía tenerse en prisión a ningún súbdito del rey por más de veinticuatro horas, tiempo en que debía ser interrogado y enviado a los jueces. Las pretensiones del Parlamento provocaron una guerra civil, en la que este contó con el apoyo del bajo pueblo de París y con los príncipes que odiaban a Mazarino. Esta lucha, que no duró más de tres meses, no dio ningún resultado. Sin embargo, en el año 1650, cuando Luis de Borbón, príncipe de Condé, fue arrestado, empezó una nueva Fronda que duró más de dos años.  El príncipe de Condé fue detenido por orden de Ana de Austria, quien se cansó de las insolencias del príncipe, de su deseo de poder y de sus anhelos de suplantar en el cargo al cardenal Mazarino. Las provincias de Borgoña y Guyena se alzaron ante esta medida, y los ciudadanos de París se armaron; el Parlamento, a su vez, pidió el destierro de Mazarino.  El cardenal fingió ceder, dejó en libertad a Condé y luego se refugió en Alemania. Pero la arrogancia de Condé, que ya se creía un lord protector de Francia como lo era Cromwell en Inglaterra, lo tornó odioso para los parisinos, incluso una amenaza para el Parlamento, por lo que prefirió abandonar París. Además, Ana de Austria no le dio, como él quería, la sucesión de Mazarino. 

Aquí hacemos un alto, es en este momento de los hechos históricos que nos encontramos, Mazarino había retornado de su destierro en Alemania, hacía unos meses, Condé había abandonado París casi al mismo tiempo.  Pero todo cambio supone más cambios, por lo que desde el regreso del cardenal Mazarino, este se había tornado en un hombre con un poder casi semejante al de su antecesor,  no por ello dejaba su carácter mezquino y avaro, pero siendo que Condé había mudado el amor de la gente en odio, Mazarino sin trabajo resultó ser el protector del reino,  por ello ahora el poder de Mazarino era más grande que de la misma reina Ana de Austria, incluso el trato al cardenal se igualaba con el trato a Luis XIV. 

Y si volvemos la mirada sobre otros aspectos desde 1629 a 1653 como la jerarquía entre los regimientos, habían sucedido muchos cambios, al igual que todo a su alrededor.  Recordando que por inicios los guardias del cardenal, Richelieu, y los mosqueteros del rey eran las escoltas preferenciales del reino, guerreros sólo igualados con sobrehumanas figuras que servían de piezas de ajedrez del Rey Luis XIII  y Richelieu, para hacer historias y aventuras palaciegas que finalmente terminaron como las leyendas de un tiempo.  A la muerte de Luis XIII y de Richelieu,  los guardias del cardenal se hundieron en el olvido de uno nuevo que no confiaba en ninguno de ellos,  y los mosqueteros del rey sufrieron una especie de dejadez de parte de la reina, eso debido a una desavenencia entre la reina y el capitán de mosqueteros M.  Treville, según rumores, Treville, disconforme con la situación de Francia después la muerte de Luis XIII, había tomado partido junto con otros para proscribir al nuevo ministro Mazarino, finalmente nadie había confirmado la veracidad de dichos rumores.

Aproximadamente en 1643, Mazarino, situó a la Guardia Real sobre las demás guarniciones, y para evitar el rechazo y el reclamo posterior, solicitó a la reina que firmara en nombre del rey y del reino la reforma a las guarniciones existentes en Paris.  En sus partes más salientes dictaba: 

“...La Guardia Real conformará a partir de este edicto, con significativa potestad sobre los otros destacamentos, de la integridad de su majestad y de sus deseos. 
Los guardias suizos conservarán la misma consigna otorgada hasta la fecha
Los mosqueteros del rey, dividen sus líneas en destacamentos, siendo el primer destacamento el de Arnauld‑Jean du Peyrer, primer conde de Tréville, capitán de mosqueteros, usando como distintivo las casacas negras
La guardia del difunto cardenal Richelieu, a causa de la reforma conformará el segundo destacamento de los mosqueteros del rey, usando como distintivo las casacas rojas
Los guardias de François de Guillon Des Essarts, a causa de la reforma conforman el tercer destacamento de los mosqueteros del rey, usando como distintivo las casacas purpura...”

Para algunos, como M. Treville y su cuñado M. Essarts, esta reforma constituía una satisfacción para Ana de Austria,  el pago por las afrentas del pasado. Para los sobrevivientes de la época de Luis XIII, unir a guardias del difunto cardenal como un regimiento anexo a los mosqueteros del rey y eliminar a la Guardia de M. Essarts, y sobre, degradar de posición a la primera, era una verdadera afrenta de la reina, el olvido absoluto a la lealtad de una vida.  Pero las reinas son finalmente mujeres y con poder son enemigos peligrosos que duermen esperando el momento de lavarse cualquier tipo de ofensas. 

Con todo estos hechos, la corte murmuró de la certeza de los habladurías sobre M.  Treville, cosa que causo, que este último se hundiera en la tristeza y se alejara de la cabeza de la guarnición.  Sin embargo, todo ello también produjo un efecto de ida y vuelta, la reina había actuado en contra de Treville sin prever con que sus muestras de adhesión a Mazarino acrecentarían otro tipo de comentarios, de aquellos que  susurraban de la relación personal que ella llevaba con el cardenal, así, victima de su propio actuar, ordenó secretamente se llamase a Treville, y a una reunión privada, a la que nadie asistió, con fines que nadie supo.  Si las reinas son dos veces mujeres y una mujer es un mundo inconmensurable e incomprensible, entonces ninguno observaría que Ana de Austria declarase desde aquel día a M. Treville entre uno de sus más allegados y apreciados amigos.  

Al punto que, para las fechas en que se encuentra este relato, la Guardia Real era, por así decirse, la que actuaba alrededor del rey.  Sin olvidar que debido a la Fronda, las demás guarniciones habían tenido una actividad similar dentro de Palacio.  Por ello los patios de Palacio eran una mezcla de uniformes,  a excepción el sector del palacete de la Guardia Real

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